Cuando Carole establece su sede en este espacio situado en la primera planta de un edificio señorial del siglo XIX en Chueca, el barrio todavía no es un hervidero de jóvenes diseñadores y de locales modernos. A imagen y semejanza de la moda, Chueca sale entonces del letargo. Harán falta un par de años para su apogeo y que se convierta en un referente  internacional.

Carole sintió un flechazo por el espacio, por sus techos altos, por la luz que penetra a raudales por los ventanales orientados a la Gran Vía al sur del showroom

Acondiciona y decora su lugar de trabajo de manera que facilita la circulación de los profesionales de los medios de comunicación

y dota de máximo protagonismo a las colecciones en una atmosfera cálida y amable.

Una obra de renovación permite descubrir las formas pop art del techo de una antigua sala de espectáculos.

Es cuando Carole se da cuenta de que el lugar fue, en su día, un mítico club de Jazz: el Dorian Club. Quizás no sea una casualidad. Carole aprovecha la personalidad de la antigua sala de jazz, un género musical que destaca por sus improvisaciones, que solo puede entenderse gracias a un perfecto dominio del ritmo y de las escalas. Y eso es precisamente lo que define a Carole Cervera que, al tocar al dedillo las partituras de su profesión, trasmite una sensación de solidez y de libertad.